"El reconocimiento de lo sagrado empieza, simplemente, cuando nos interesamos por cada detalle de nuestra vida."
Chogyam Trungpa

jueves, 14 de octubre de 2010

El Legado de Emperador Amarillo

He escuchado que en la remota antigüedad existían hombres a quienes se denominaba "verdaderos", los cuales dominaban las leyes de los cambios de yin y yang en la naturaleza, podían controlar su respiración y sus estados anímicos, efectuaban ejercicios respiratorios de manera que tanto su constitución física como su estado anímico alcanzaban un alto grado de armonía, y su vida, al igual que la de la naturaleza, nunca llegaba a su fin. Tal es el resultado de dominar el "método para alimentar la vida".

En la antigüedad media había "hombres sabios perfectos" que seguían normas morales puras y podían dominar dicho método según los cambios de yin y yang en la naturaleza, podían vivir alejados del resto de la sociedad al acumular la energía en su interior y vivir en contacto continuo con la naturaleza, y tenían una gran capacidad tanto auditiva como visual, de modo que podían ver y escuchar objetos de las ocho direcciones.
Estos hombres, al igual que los virtuosos, seguían el mismo camino. 

Al mismo tiempo, existían "hombres sabios" que vivían tranquilos en un ambiente natural, respetaban los cambios de los ocho vientos, seguían las costumbres sociales comunes, mantenían un estado anímico armónico, a la vez que se relacionaban con el resto de la sociedad sin alterar su orden, efectuaban trabajos físicos armónicos, no se alteraban internamente y se sentían felices con su situación. Por eso, su apariencia física no se debilitaba con facilidad y sus años podían contarse hasta 100. 

A su vez, había "hombres eminentes" que vivían en concordancia con los cambios de la naturaleza, los cambios de posición del Sol y la luna y de la localización de las estrellas, siguiendo los cambios del yin y yang y diferenciando adecuadamente las cuatro estaciones del calendario, para regular así la actividad propia de su organismo. Estos hombres se guiaban por el camino de los hombres verdaderos.

Aun cuando el hombre pueda tener una larga vida, ésta llega a su fin.
(Huang Di) 

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